Ceñido al viento, navego sin rumbo, me acompañan los sonidos del aire y del mar.
Ni recuerdo oraciones, ni consulto derroteros y así van pasando las horas.
Ni corro las olas ni las capeo, solo intento el planeo y a veces correr más que el viento, hasta que siento que debo volver.
No he trazado ruta de vuelta a casa, ciabogo y viro por avante y vuelvo, de nuevo sin rumbo.
Ahora me ayuda la caída del sol y su situación, ya en silencio como yo pero se une al viento y a la mar.
He escuchado una llamada larga, será una gaviota solitaria buscando pareja.
Esto me indica que pronto tendré que atracar y volver a la realidad, otro día será.
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